El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha puesto en su punto de mira a la industria de los videojuegos, como una de las razones por las que la violencia en el país va a más.
Estas declaraciones han sido ofrecidas en relación a los recientes tiroteos sucedidos en las zonas de El Paso, en Texas y Dayton, en Ohio. Estos trágicos sucesos han causado conjuntamente casi 30 víctimas mortales y más de 40 personas que se encuentran heridas. Todo ello en el lapso de unas pocas horas.
Donald Trump, respaldado por un congresista
Al presidente de los Estados Unidos no le faltan aliados en esta cruzada contra los videojuegos. Un congresista republicano llamado Kevin McCarthy también identifica los videojuegos como los culpables de los asesinatos sucedidos estos pasados días.
Es más, MacCarthy se hace eco de algunos estudios e investigaciones que intentan relacionar el uso de videojuegos con daños mentales en los individuos.
Estas declaraciones se producen apenas unos meses después de que la OMS (Organización Mundial de la Salud), incluyese a los videojuegos en la lista de servicios que pueden ser identificados como enfermedades mentales o que pueden causar adicción, como por ejemplo la heroína.
La industria del videojuego se defiende
Ante unas acusaciones tan graves, formuladas por el mismo presidente de los Estados Unidos, diferentes instituciones relacionadas con los videojuegos han querido salir a defender el producto digital de entretenimiento que ofrecen a los usuarios.
Destaca entre todas Entertainment Software Association (ESA), que no ha dudado en criticar estas declaraciones. Según la Asociación, en Estados Unidos hay 165 millones de jugadores. Pero en el resto del mundo, con porcentajes similares, no sucede lo mismo.
ESA insiste, además, en que los videojuegos han sido utilizados para buenas causas, desde terapias médicas hasta como herramientas de tipo educativo.
Otros famosos actores del sector e incluso rivales políticos han llamado la atención a Trump sobre sus declaraciones. La opinión general coincide en que el verdadero problema se encuentra en la posibilidad de acceder libremente a las armas, por parte de cualquier ciudadano estadounidense.