No es el mejor momento para el dólar. Y es algo curioso, dado que el verano se antojaba como uno de los más positivos en años. Los analistas tienen claro los factores que han motivado una aparente debilidad de la moneda norteamericana (que no una demostración práctica, ya que sigue siendo una divisa imparable). Sin embargo es más difícil distinguir en el horizonte hacia dónde se va a dirigir estos próximos días.
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En lo que respecta al dólar, es la Reserva Federal la que puede tener finalmente la última palabra. Julio se antojó realmente positivo ante la noticia de que en septiembre los tipos de interés, que están cercanos al 0% desde el año 2008, por fin iban a subir. Pero ya es septiembre, los tipos de interés siguen al mismo nivel que siempre y ahora parece que la decisión inmutable podría ser relegada a un futuro no concretado.
Los analistas achacan a la crisis china la principal razón de que ahora la Reserva Federal no tenga claro qué hacer (o no lo haya hecho público todavía). Ha sido un mes de inestabilidad constante con datos económicos si bien no críticos al menos por debajo de los niveles esperados.
La recuperación lentísima pero constante del euro y la estabilidad de la libra pese a que también está pasando por serias dificultades que afectan a los tipos de interés, han motivado que el euro pierda fuerza en las últimas sesiones.
El ejemplo más reciente se ha podido comprobar en el par EUR/USD, que permitía adquirir un euro a 1,1281 dólares. Como es lógico, un apoyo decisivo de la Reserva Federal afectaría a todas las divisas del mundo, está en sus manos el allanar el camino otoñal para la moneda estadounidense o convertirlo en una dura pendiente que escalar.