El presidente de Estados Unidos Donald Trump es famoso por muchas de sus declaraciones, siendo las económicas algunas de las que mayor inestabilidad ha motivado en una gran cantidad de mercados.
Sin embargo, la gran mayoría de estas posibles acciones comerciales que están dirigidas a un proteccionismo creciente de la primera potencia mundial, no se han hecho efectivas. Esto genera un plano de incertidumbre, que deja a algunas organizaciones e instituciones en un estado de alerta constante, sin acción consecuente.
Es lo que ha sucedido en la reciente cumbre del G-20, que reúne a las potencias económicas más importantes del mundo. Pese a que algunos temas se pudieron tratar, la inmensa mayoría de ellos, sobre todo los que son de vital importancia para el desarrollo comercial internacional, tuvieron que dejarse a la espera de saber realmente qué decisión va a tomar Trump y, por extensión, los Estados Unidos, frente a ellas.
Un signo de optimismo
Para los responsables del G-20 que están en contra del proteccionismo estadounidense (la inmensa mayoría), esta falta de decisión por parte del presidente republicano, implica un replanteamiento de sus consideraciones iniciales, lo que sería visto con optimismo.
Según esta versión de la actitud del estadounidense, las medidas anunciadas se topan con una realidad imperante que desaconseja su aplicación, de manera que lo más lógico es replantearlas hacia una postura más conciliadora.
Pese a todo, Steven Mnuchin, Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, ha supuesto una representación fidedigna de que la postura aletargada de la nación en el G-20 no es ni mucho menos debilidad. Mnuchin se estrenó en la cumbre del G-20 consiguiendo convencer que se retirara la condena oficial al proteccionismo y que se introdujeran cambios en los acuerdos climáticos de la famosa Cumbre de París del pasado verano.
Sobre la mesa queda la postura de Estados Unidos respecto a los mercados abiertos y el acceso de forma internacional, así como la regulación bancaria, que desde el país se propone una reducción de intervenciones, pese a la postura contraria del Fondo Monetario Internacional (FMI). Una vez más, la cumbre del G-20 se quedó a la espera.