Probablemente la prueba deportiva más dura a la que nos podemos someter es superar nuestras propias limitaciones, nuestros miedos y aventurarnos a llegar allí donde están nuestros sueños. Este fue el aliciente de una niña de 14 años que realizó la vuelta al mundo en solitario durante 15 meses. Para lograrlo, después de superar mil y un escollos administrativos y judiciales, se valió de una embarcación de vela de dos mástiles y doble génova con menos de doce metros de eslora. Esa fue la única compañía de Laura Dekker, una neozelandesa nacida en 1995 y con una indiscutible pasión marinera. Su pericia la grabó en una cámara de vídeo con cuyas imágenes posteriormente se ha hecho el documental “Maiden Trip”, a cargo del novel director Jillian Schlesinger.

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A Laura el amor por el mar le venía de pequeña. Sus padres la trajeron al mundo durante una escala realizada en Nueva Zelanda, nació a bordo de un velero que fue su casa los primeros años de su vida. Una vez en tierra la joven quiso revivir la aventura marinera, pero esta vez en solitario, una labor para la que comenzó prepararse a los ocho años. Cuando anunció su propósito un juzgado le negó la mayor, llegando a retirar la custodia al padre, que tras el divorcio se quedó con la responsabilidad de criar a la niña. Tras probar sus habilidades marineras los tribunales autorizaron el inicio de la aventura, si bien otra instancia judicial intentó impedirlo esgrimiendo absentismo escolar. La niña se hizo con la razón y el 21 de agosto de 2010 comenzó su periplo partiendo desde la bahía de Algeciras.

Las primeras singladuras llevaron a Laura a arribar a Lanzarote, donde atracó cuatro días después de partir de Gibraltar. El alto se prolongó más de lo previsto, dada las previsiones de huracanes en el Atlántico Sur, retomando en noviembre la aventura rumbo a Cabo Verde desde donde cruzó el gran océano. Dos meses después llegaba al Caribe, momento que aprovechó para volver a su casa y participar en algunos eventos que la solicitaban. Después de navegar por el Canal de Panamá tocaron las grandes navegaciones en completa soledad, con tramos de hasta 2500 kilómetros. A Australia llegó un año después del inicio de su aventura, doblando Buena Esperanza el 27 de noviembre y arribando a la paradisíaca Simpson Bay el 21 de enero de 2012, 518 días después de poner rumbo a sus sueños.

 

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